Los pibes que vivían lejos del cole, se quedaban a almorzar. Los llamaban "medio pupilos". Dicen que el morfi que le daban los curas era como una "tumba carcelaria". Guisos recalentados, albóndigas embrujadas, polenta pelada sin gusto a nada y empanadas presumiblemente preparadas con carne de corazón.
De beber ponían una gaseosa llamada "Oasis", precursora de las actuales "alternativas", ya que había de varios gustos: cola, limón, pomelo, naranja, etc., todas del mismo sabor. La fábrica quedaba en Agrelo y Treinta y Tres y supuestamente los curas compraban allí porque uno de los hijos del dueño iba al colegio (o algo así).
La cosa es que nosotros, los "externos" estábamos mejor. No solamente porque comíamos en casa bifes, milanesas o ravioles, sino porque podíamos ver a la hora del almuerzo la tele. En uno u otro caso, comíamos apurados, ya que al terminar el turno de comida se armaba el "recreo largo" donde se jugaba al fútbol dentro de un "organigrama" que el Maestro Frías había organizado inteligentemente. Había dividido el grado en dos equipos: "Atenas y Esparta". Otro año fuimos "Roma y Cartago". Los grupos competíamos diariamente en preguntas, trabajos en clase y tarea para el hogar. Cada mes había un ganador y el querido Maestro Frías, de su peculio, entregaba un premio, aunque para nosotros el mejor premio era ganarle a los otros... romperle el culo...
No voy a reseñar aquí los personajes, series y capítulos que varias generaciones recordamos. Hemos visto todos sus capítulos no menos de media docena de veces.
Viajar a la Luna:
Jugar la final en Wembley 66 contra Inglaterra y hacerle el gol de la victoria en tiempo de descuento:
Por eso, y no por ellos que eran boludos, violentos e ignorantes, es que los queríamos tanto.
Por eso, esa mañana de 1975 cuando se supo la noticia de la muerte de Moe, con el, algo mío y de todos se murió.
Esa es la razón por la que hoy hago propia la anécdota de Lito Doreste que paso a trascribir:
Estábamos en quinto año, el 4 de mayo de 1975 falleció un ídolo de muchos de nosotros, Moe Howard, el creador de los geniales 3 chiflados.
El lunes 5, en la escuela, después de haber dedicado buena parte del tiempo a charlar sobre la noticia y evocar todos los capítulos que cada uno había visto de la serie, decidimos solemnemente hacer un minuto de silencio por respeto y en memoria de nuestro querido Moe. Lo recuerdo con todos de pie al costado de las mesas y en silencio sepulcral. Un minuto largo... como eterno... hasta que una voz proveniente de atrás (una voz particular, como puesta, la que viene a mi mente diciendo 'LA JODA AL COMPAS') arenga 'ahora como Moe hubiera querido...' y comenzó una batahola con alaridos de todo tipo ritmicamente acompañados por sonidos de instrumentos de madera y percusión logrados con el sabio rebote contra el piso de nuestras mesas. Sus partes metálicas sonaban casi como valiosísimos platillos turcos.
Gritábamos:
SE SIENTE, SE SIENTE,
MOE ESTA PRESENTE.
SE SIENTE, SE SIENTE,
MOE ESTA PRESENTE.
En pleno homenaje, se abre violentamente la puerta del aula y aparece Ringo, nuestro preceptor. Yo estaba muy cerca de la puerta, igual que el Tano Rossi. Ringo pregunta '...¿qué les pasa?' y se produce un pequeño diálogo conmigo.
Foto actual de Ringo
- Es un homenaje. Murió Moe.
- ¿quién es?
- Moe, de los tres chiflados!
- Ah... a ver si la terminan.
Cerró la puerta y se fue.
Gustavo Muñoz, que escuchó el diálogo, se me acercó indignado diciendo 'pero este dónde vive, cómo no conoce a Moe'. El Tano Rossi reía y en un 'perdendosi' el homenaje terminó.
Esta fue la última foto de Larry y Moe, en 1974.
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