martes, 20 de septiembre de 2011

Atalaya.

Atalaya. Dónde queda Atalaya se preguntaba al ver la cartelera del colectivo 3. Y ahí nomás nos subíamos para saberlo. Era nuestro paseo tan económico como pintoresco. Las casitas bajas del oeste matancero como paisaje. Sus ojos vivaces tras aquél armazón de carey y metal que lo acompaño por años. El murmullo de su portátil con cualquier partido del ascenso como fondo. Y la nostalgia anticipada de volver al departamentito de Almagro y su patio donde nunca pegó el sol. Mientras tanto su sonrisa y mi asombro al llegar a ese lugar que suponíamos tan lejano y que sin saberlo estaba al alcance de nuestro corazón. Qué mas daba saber donde quedaba Atalaya si lo importante era viajar con Papá! Así era mi Papá. El único capaz de llenarme una tarde de sábado con el sol matancero. Lejos de ese patio sombrío.



Hoy hubiera cumplido 85 años.

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