- Cuando yo era pibe no había tantos autos como ahora.
- ¿Ah no?
- Casi casi podría enumerarlos con los dedos de estas dos manos –dije entusiasmado por el interés que había despertado en mi interlocutor, amante de los fierros-.
En realidad, a poco de comenzar la
enumeración terminal por terminal, constaté que efectivamente eran muchos más
que 10 los autos de mi niñez y que Alexis no conocía muchos de ellos
presentándoseme una robusta dificultad para describírselos.
- Citroën tenía dos modelos, el 2 CV que no tenía la ventanita de atrás y el 3 CV. ¡Ah! También estaba la citroneta.
- Y el Mehari vino después –acotó Alexis que obviamente conoce de Citroën por ser el Papá especialista y referente de la marca en San Fernando-.
- Si, creo que se empezó a fabricar a principios de la década del setenta –referencia que lo excluye “de mi infancia”-.
- Citroën tenía dos modelos, el 2 CV que no tenía la ventanita de atrás y el 3 CV. ¡Ah! También estaba la citroneta.
- Y el Mehari vino después –acotó Alexis que obviamente conoce de Citroën por ser el Papá especialista y referente de la marca en San Fernando-.
- Si, creo que se empezó a fabricar a principios de la década del setenta –referencia que lo excluye “de mi infancia”-.
Alexis tiene un Mehari azul armado por el
padre original-original y ello demuestra el interés con que seguía mi
enumeración.
- Después estaba el Bergantín de IKA.
- Ése no lo conozco.
- Era medio parecido al Borgward, el Isabella –y allí se perdió-.
- Después estaba el Bergantín de IKA.
- Ése no lo conozco.
- Era medio parecido al Borgward, el Isabella –y allí se perdió-.
- No. Seguramente alguna vez lo
viste...
El recorrido se fue agotando entre marca
y marca.
-La Chrysler-Fevre
tenía su planta en San Justo, donde ahora está la Universidad de La Matanza. Allí se fabricaban
los Valiant y las camionetas Dodge.
- ¿Y ése que está ahí? Seguro es de la época –preguntó señalando a un Fiat 600 furgón todo destartalado que yace en la esquina de Rivera y Av. Cramer-.
- Hubo pocos de ésos ¡Qué lástima! ¡Cómo está!
-
- ¿Y ése que está ahí? Seguro es de la época –preguntó señalando a un Fiat 600 furgón todo destartalado que yace en la esquina de Rivera y Av. Cramer-.
- Hubo pocos de ésos ¡Qué lástima! ¡Cómo está!
Y el fin de mi aventón despertó la
revista de modelos que Alexis no conocía o no recordaba habiéndolos visto como la Baqueano , el Utilitario de IKA, el Jeep carrozado o con media caja de IKA,
el Kaiser Carabela, el Valiant II, el DKW de dos puertas, la furgoneta de Auto
Unión, etc.
Y allí mismo, en Rivera y Ciudad de la Paz , antes de bajarme encontré la solución para concluir la
conversación de un modo altamente positivo.
- ¿Sabés lo que voy a hacer? Voy a armar un álbum de fotos sacadas de Internet para que veas cuáles eran los “autos de antes”.
- ¡Bárbaro!
- ¿Sabés lo que voy a hacer? Voy a armar un álbum de fotos sacadas de Internet para que veas cuáles eran los “autos de antes”.
- ¡Bárbaro!
Y el azote de frío de esa mañana de junio
me devolvió a la realidad, a mis dos escritos de dos primeras horas y a la
rutina.
Un álbum de fotos de los “autos de
antes”. En realidad es “mi antes”, con la relatividad que ese concepto tiene
para ser entendido.
Y así fue, mis amigos, que al ser “mi antes” el mar donde navegan mis
recuerdos... nuevamente me sumergí en el tiempo de cuando era
berreta.
No pude pues dejar de evocar cada auto
con alguna anécdota que se refiere en ese tiempo pretérito. Por eso, el álbum
de fotos que le prometí a Alexis está plagado de referencias a ese entrañable
pasado barrial que poco a poco voy reconstruyendo en estos cuentos.
Mentalmente comencé a sistematizar las
marcas.
- ¡Qué lo tiró! Ni en esto puedo abstraerme de la metodología –pensé contrariado, porque aun no terminé el trabajo que tengo en mente de Marradi parala Maestría-.
- ¡Qué lo tiró! Ni en esto puedo abstraerme de la metodología –pensé contrariado, porque aun no terminé el trabajo que tengo en mente de Marradi para
Luego, acoté mi campo de estudio. Autos
nacionales desde 1958 a 1967, año
en que surge el Torino y cambia todo.
Paso siguiente, ir terminal por terminal,
primero las que no existen más –como NSU, Isard, De Carlo, DKW, Borgward, etc.-
ya que son más raros y desconocidos para la mayoría de los pibes de ahora como
Alexis, y luego las fábricas consabidas como Ford, Renault, Peugeot, Citroën,
Grl. Motors, etc.
Ya sentado en el subte (y calentito
porque en Olleros recién se llenó), hice mentalmente un listado provisorio y
conté más de 50 autos. ¡No era cierto lo que había postulado un ratito antes!
Contando los autos viejos, como el De Soto 36 de Tío Agui, el Ford
Mércury 51 dos puertas de Mario De Llano nuestro vecino, el Forcito 35 de Tío
Alberto, o la gran cantidad de máquinas de los 30, 40 y 50, alguno de ellos con
volante a la derecha que eran no pocos, cuando yo era pibe había muchísimos
modelos en Buenos Aires.
Pero esa imprecisión no me amilanó. Voy a
hacer nomás el álbum de fotos para Alexis y en cada foto un pequeño recuerdo
berreta.
1) Autoar
Argentina: NSU Prinz 30 y NSU Prinz Sport.
Fue el primer auto que compró Papá al
Tarta D’Amilano. Este modelo 1960 es de mi propiedad y estoy junto a mi queridísimo primo Norber.
2) Isard
Argentina: Isard 700, Isard 700 familiar e Isard 300.
Un Isard 300 como éste tenía un vecino de Juan A.
García casi llegando a Helguera. Creo que tenía motor de dos tiempos, porque
cada vez que lo encendían, hacía un ruido infernal y llenaba la cuadra de humo.
Mi abuelo –el Tata- cada vez que pasaba junto a él lo escupía de bronca.
3) De
Carlo: De Carlo 700, De Carlo 700 Coupé BMW, De Carlo 600 Ratón.
Cacho Moretti del Pasaje El Peregrino, tenía una blanca con tapizado de cuero, volante y palanca de cambios con la insignia “BMW” y un tablero de avión con brújula y todo. Un día fuimos desde Villa Santa Rita al sur a ver un Lanús-San Lorenzo con Don Pablo (el papá de Cacho), mi Papá y yo que viajábamos atrás en un lugar que estaba diseñado sólo para llevar bolsos. Estábamos peor que sardinas. Perdimos y encima nos cagaron a piedrazos. 30 años después me lo encontré a Cacho cuando él era secretario gremial de un sindicato y yo el abogado. Cuando nos vimos me mostró la foto de la cupé. La llevaba en el portadocumentos, como a un ser querido.
4) Heinkel.
Más conocido como “el ratón”. Había uno estacionado en Agrelo y Treinta y Tres y de abajo, entre el empedrado, le crecía un pasto alto del tiempo que estaba allí sin movérselo. Papá siempre decía que era preferible y más seguro viajar en el 84 o en una motoneta antes que subirse a un ratón.
5) Taunus.
No confundir con el Ford Taunus de los años setenta y ochenta. En uno de esos se mató Alberto Pace viniendo de Mar del Plata. Era concuñado de mi Tío Gerardo, maestro mayor de obras y constructor del edificio donde vivían mis tíos (calle Campos Salles y 3 de febrero, en Nuñez). Para nosotros, berretas, un tipo de guita. Recuerdo el momento cuando se recibió la noticia. Estábamos en la casa de
6) Borgward Argentina: Borgward Isabella, Borgward
Furgón.<
Autazo de dos puertas y había un descapotable también. En uno de ellos bajaba Pupé una o dos veces por semana a la tarde cuando la traían del centro, supuestamente de
7) DKW
– Auto Unión: Auto Unión Sedán 4 puertas, Auto Unión Sedán 2 puertas, Auto
Unión Sport, Furgón.
Este auto tenía una característica. Funcionaba con mezcla, como una moto. Había que agregarle aceite al tanque de nafta. Por eso hacía un ruido muy característico –ratatatá- y el humo tenía un aroma especial. En el garaje de Don Neif guardaban uno. ¡Quién iba a decir que 40 años después tener un Audi –porque Auto Unión es Audi- iba a otorgar estatus! ¡Si cualquier berreta tenía un DKW! Una cosa más que me olvidaba. En un Auto Unión Sport se mató el gran Julio Sosa enfrente de Rond Point, al pegarse con un “quesito” (para saber qué es un “quesito” hay que haber sido muy berreta).
Ahora vamos a pasar a las fábricas que no cerraron luego de la caída del Presidente Frondizi.
8) a 15) IKA
Renault: Kaiser Carabela, Jeep IKA, Jeep IKA Carrozado, Jeep IKA con caja,
Estanciera, Utilitario, Baqueano, Bergantín, Renault Dauphine, Renault Gordini,
Renault 4L, Renault 4F , Ramber Classic, Rambler
Classic Rural, Rambler Classic “Boca de Pescado”, Rambler Classic “Boca de
Pescado” Rural, Gladiator.
Voy a empezar por el más lujoso. El Kaiser Carabela. Uno de los muchachos de Haedo, que paraba en el taller de Julio tenía uno. Cierta vez propuso hacer una vaca para la nafta e ir un fin de semana a Mar del Plata. Nos salía menos ir en avión.
Juan, el tío de mis primos pero por la otra familia, tenía un Gordini color beige con vivos blancos. Lo trataba como una señorita. Siempre impecable, todavía los asientos tenían su forro de plástico que venía de fábrica. Manejaba a 50 kms. por hora en las rectas plenas de
Renault 4L. Popularmente conocido como “la renoleta”. Me he referido a una que tuve en el cuento “Rosbel de los Llanos”.
Me une a este vehículo un sueño que haría
las delicias de un psicólogo berreta. En el garaje de Don Neif guardaban un
Jeep original y con capota. El hijo del Turco, que se llamaba Ruben, era muy
amigo de mis primos y me dejaba subir al Jeep cuando el padre no estaba.
Sentado al volante, mi sueño era que Papá tuviera uno, y que un día de lluvia
atravesáramos imaginarios recorridos con Mamá, mi Tío Cacho y Tita, la mamá de
crianza de estos últimos y, por ende, abuela postiza mía. ¿Dónde está la locura
en este sueño? Que Papá y mi Tío Cacho se odiaban mortalmente y yo no podía
concebir que seres que yo amaba tan profundamente no pudieran verse siquiera. Nunca
tuvimos un Jeep IKA y jamás se reconciliaron.
Blanco con el techo celeste era el Classic “Boca de Pescado” que Tío Alberto compró en 1964 o 1965. El Tío era un hombre de ésos cuyo molde ha desaparecido. Íntegro, aferrado a los principios, permeable a las inquietudes y comprensivo con los barbilampiños como yo, vivía conforme a una coherencia que podía explicarse con la perfecta equivalencia entre lo que postulaba y lo que realizaba. Además era una persona exitosa, llena de talentos –eximio violinista y director de orquesta- con un puesto público de jerarquía, toda su vida se orientó hacia la familia, su mujer e hijos. Cuando estaba junto a ellos me trataba como a un hijo más. Sus frases (“el camino más corto es el camino recto”) las tengo grabadas como verdaderos mandamientos. Yo creo que todos tuvimos un “Tío Alberto” que sirvió de guía en la vida... pero el mío fue el mejor de todos. Volviendo al Rambler, el Tío lo compró cuando vendió una quinta que tenía de soltero en Tristán Suárez (¿Dónde estará esa quinta de la que sólo tengo un borroso recuerdo?). Como era un lugar apartado, al que sólo iba a trabajar para cortar el pasto, llenarla de tareas a
El Bergantín era un sedán de cuatro puertas muy vistoso, un “mediano” accesible para una familia de clase media bien constituida y sin mayores problemas económicos. En el barrio, el Negro –así le decían y no recuerdo su nombre, me parece que era Ruben- tenía uno de color verde muy clarito. Vivía en Juan A. García casi llegando a Cuenca en nuestra misma vereda impar. La característica fundamental de este personaje era su condición de “solterón”, hombre de la noche tanguera, pescador (de esos que se iban un fin de semana a San Clemente o lugares así), burrero e hincha de San Lorenzo. Su sobrenombre tenía un origen incierto ya que tenía la cabeza blanca y unos bigotes que parecían un cepillo de ropa impecablemente canosos. En la cancha solía ubicarse a la derecha del Sector Lazzari de plateas, junto a “esos viejos de mierda que no quieren gritar... y se quejan, si el equipo anda mal” (esto solo lo podrán entender los futboleros). En ese Bergantín viajamos a Rosario un hermoso domingo de otoño para ver un Central-San Lorenzo en el viejo estadio de Arroyito.
16) y 17) Citroën
Argentina: Citroën 2 CV, Citroën 3 CV, Furgoneta Citroën.
Tuvimos un Citroën 2 CV allá por 1975, modelo 67 y con embrague centrífugo. Apretabas el embrague, ponías primera, soltabas el embrague ¡y el auto no se paraba! Arrancaba como un automático y luego se hacían los cambios como un auto normal. El problema que tenía era que salía muy despacio y de atrás todo el mundo te puteaba. La ventana tenía una mitad fija hacia arriba y la otra mitad de abajo se rebatía para dejar entrar el viento y quedaba fijada arriba por un perno sobresaliente que quedaba inserto en un agujero de goma. Cuando pegabas un barquinazo la ventana se zafaba y si tenías el codo afuera lo impactaba con rudeza. A ese auto era totalmente imposible que se subiera una mina. Si habremos recorrido Rivadavia hasta Liniers y vuelto por Gaona hasta Ramos y Av. de Mayo hasta San Justo,
A mi vecino Heriberto Hansen, padre de Patricia y Fabiana, el laboratorio donde trabajaba “Química Argentia”, le había dado una Citroneta para su trabajo de visitador médico. Era de color azul Francia y en las puertas, muy discreto, el nombre del laboratorio. Heriberto era hincha fanático de Independiente. Tenía un Fiat 600 E y (para nosotros) mucha plata, ya que veraneaba los tres meses en Mar del Plata, aunque a veces se volvían antes porque al ñato le gustaba “la rula” y se la gastaba toda en la “Casa de Piedra”. Como dije, tenía dos hijas. Pero yo estaba enamorado de una prima de ellas, Ana María, una rubia de ojos celestes preciosa a la que una tarde le robé un beso mientras jugábamos a tomar el té, armándose un revuelo familiar que me estigmatizó para siempre. La abuela, una vieja sargentona a la que en el barrio se la llamaba "La Profesora", me paró en la calle y frente a Mamá me gritó: “Me parece muy bien que te andés haciendo el gallito por ahí... PERO CON LAS CHICAS DE
18) y 19) Chrysler-Frevre
Argentina: Valiant II, Valiant III, Valiant IV, Camioneta Dodge.
Recuerdo una película de esas tristes del cine argentino: “Esto es alegría” de 1967. Tenía tres episodios. En el último, Ubaldo Martínez, un padre viudo, trabajador y alcohólico le decía a sus hijos (uno de ellos Carlitos Balá): “Hasta mañana y que sueñes con cosas lindas”. Yo desde muy chico cuando me voy a dormir lo hago con ese deseo. En la contratapa de un Ciclón –revista semanal para los simpatizantes sanlorencistas- había salido un coche Valiant II de juguete, para subirse y manejarlo con pedales. Imagínense que ese cochecito era totalmente inalcanzable para mí. Papá, con gran sacrificio, apenas me había podido comprar una bicicleta usada... Pero nada me impedía soñar con tener mi Valiant II y conducirlo por Juan A. García, Helguera, El Peregrino y Cuenca sin bajar de la vereda. Y como los sueños, además de ser sueños pueden ser hermosos según nuestros caprichosos deseos, mi Valiant era lo suficientemente ubicuo como para permitir que en sus interminables vueltas de manzana albergara como acompañante a mi amada Ana María. ¡Eso sí que era soñar con cosas lindas!
Todo el mundo opinaba lo mismo. El Valiant II era más lindo que el III. ¿Por qué cambió tanto su diseño? De cualquier manera nadie se volvió loco por el cambio. Mis sueños continuaron con el Valiant II. Era un mundo distinto, donde la locura del consumo todavía no había causado estragos en la conducta social.
20) y 21) Ford Motors Co.: Ford Falcon, Pick Up F100.
Ha sido un auto que la historia argentina reciente ha empañado para siempre. Va una anécdota de fines de los años setenta. Papá trabajaba en un depósito de
La camioneta Ford F100 era el único vehículo capaz de ser lanzado desde un avión Hércules en vuelo rasante y no destruirse. Horacio, el marido de
22) y 23) General Motors Argentina: Chevrolet 400,
Chevrolet Special, Pick Up “Apache”.
El Chevrolet 400 era un auto bien bacán. El tío de Osvaldito Parrilla, que era productor de cine, tenía uno color blanco. Nosotros siempre lo imaginábamos llevándose las mejores minas a Villa Cariño. Esas de la tele. Como Zaima Beleño, Nélida Roca o Mariquita Gallegos, bien trolas.
Yo amaba esta camioneta. Unos Reyes, a principios de la década del 60 me habían traído una Chevrolet Apache, pero Duravit. Me acompañó durante años, apenas separados por un piolín de dos metros, en interminables recorridos por el Parque Rivadavia, las Barrancas de Belgrano, etc.
24) a 27) Fiat Concord Argentina: Fiat 600,
Fiat 600 E, Fiat 600 Familiar, Fiat 1100, Fiat 1100 Familiar, Fiat 1500, Fiat
1500 Familiar, Fiat 1500 Coupé, Fiat 800, Fiat 800 Spider, Camioneta Fiat 1500.
¿Quién no tuvo un Fiat 600? El mío me llegó en los ochenta. El abuelo de Patricia, mi vecinita, tenía uno de color colorado tirando a bordó. ¿Lo recuerdan? En realidad no era el abuelo sino el marido de la abuela. Esta, “La Profesora” lo llamaba por su apellido: Valelli. ¡Pobre viejo! Un día me llevó con las chicas al Ital Park y pagó todo… ¡Y yo me porté mal con él! En una guerra de carnavales, intentando embocarle una bombita de agua a Patricia se la puse de lleno en la cara al viejo. Recién pude volver a mi casa a la hora de la cena, cuando supuestamente todo se había aplacado.
¡Autazo el Milqui! Con muchos detalles de lujo. Sólido, versátil, para correr. Tuve uno cuando ya era berreta andar en él. Una tarde, en la Panamericana vieja, entrando desde Grl. Paz y hacia el norte perdí una rueda delantera que luego de impactar un par de autos quedó haciendo “espejito” en el guardrail.
Después del “rodrigazo” y sus secuelas que se agravaron para los trabajadores como Papá en 1976, tuvimos que vender el Citroën 2 CV. Pasaron varios meses para que volviéramos a tener un auto. Y fue de un modo premonitorio para mi persona, futuro abogado laboralista. Papá me había conseguido un trabajo ni bien salí del secundario. Era la fábrica de abrasivos Norton. A los pocos meses, deciden prescindir de mis servicios. No sabían que yo ya era un avezado experto en Derecho laboral (me gustaba de alma aunque recién estaba en segundo año de la carrera), y me quisieron llevar al correo para renunciar. Cuando les dije que debían reconocerme el tope mínimo del art. 245, el preaviso, la integración, vacaciones y aguinaldo pagos se quisieron matar. Pero como no querían tener problemas me pagaron hasta el último centavo. Con esa plata me compré un 1100 todo destartalado que fui arreglando y que certificó por las calles del Oeste mi probada condición de berreta.
El Fiat 850 Spider, descapotable era un verdadero sueño para cualquier mortal. Rojo o blanco, daba lo mismo. Cuando una tarde, en Paso del Rey aprendí a cantar de punta a punta “Muchacha ojos de papel” de Almendra, automáticamente me imaginé conduciendo uno, junto a una morocha como la Señora Peel a mi lado, distrayéndome con su melena batida por el viento.
28) Siam
Argentina: Siam Di Tella 1500, Morris, Magnette, Camioneta Argenta.
Touza, el jefe de personal de Norton me dijo cuando salíamos de un banco con toda la plata de los sueldos de la empresa: “Vení, vamos a tomarnos una heladera”. Así se lo llamaba al Siam Di Tella 1500. El 99% de los taxis de Buenos Aires eran “heladeras”. Cuando aparecía uno en venta en el Clarín, era imprescindible aclarar que nunca había sido taxímetro. De allí viene el dicho popular “Joya, nunca taxi”.
29) y 30) Peugeot
Argentina: Peugeot 403, Peugeot 404, Camioneta Peugeot 403.
Vicente Coscia, un auténtico berreta pero con plata y marido de una prima de Papá, andaba en un Peugeot 403 color azul Francia como el de la foto. Era un auto elegante, indigno de semejante personaje. Tenía un tablero apaisado marca Jagger, palanca al volante, guanteras y radio con botonera. El asiento trasero poseía un apoyabrazos central que emergía del tapizado. La característica diferencial de este modelo era su techo corredizo. Por eso recuerdo a Vicente, un tipo muy parecido a Pepe Morsa, el de los dibujos de Walter Lantz, emerger de ese techo rompiendo la armonía de tan bellas líneas europeas.
El cuatro-cuatro (porque así se lo llamaba) de Tío Agui, color gris acerado y con llantas cromadas era el auto perfecto, ya que conjugaba el estilo distinguido de la marca con fantásticas prestaciones deportivas. Eso fue hasta que llegó el Torino, pero esa es otra historia.