sábado, 9 de noviembre de 2013

Aquél puente (ella sabe quien es).

No se como pasó, que alineación de estrellas se conjugó para que dijeras que si, que venías. Que íbamos a salir, colmándose así mis ilusiones.

La más linda de todas. Conmigo.

Y al mismo tiempo tus ojos llenos de una nostalgia que en ese momento ni ahora supe comprender y por ello derrotar. Aunque te hice reír. Y alguna cosa mía te habrá gustado o llamado la atención.

En fin. Venció la nostalgia. Tu mirada preciosa hacia horizontes que no pude ver. El viaje en aquel Citroën destartalado tuvo punto final y bajaste de él tan convencida de que lo nuestro no podía ser como yo de lo contrario.

Cada planeta volvió a su sitio y sumé otra nueva recurrencia a la frase de Borges: "en el mundo hay una sola mujer, desdichado, y ella no te quiere".

Pero cada vez que me acordaba de tu sí, en el viejo puente sobre la vía en Bustamante, como ahora mismo; me veo frente a vos con casi cuarenta años menos diciéndote algo que conjugaba (y conjuga) las ganas de salir con vos, me siento tan enamorado como aquella tarde de verano, cuando sonreías a bordo del Citroën.

Es que en la ilusión el tiempo no vale. Es una mera referencia. Aquél sentimiento si fue robusto, venció el paso de los años.

Quiero que sepas que nunca entraste a mi pasado. Que todos los días cuando me siento feliz, una molécula o varias de esa felicidad sigue anclada en aquel puente, tu jumper y esos claritos perfectos de la mina más hermosa del 5to de la tarde.

Ojalá pudiera retroceder en el tiempo. Hubiera hecho algo mas para... ¿Quien sabe?

Te quiero mucho.


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